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Víctor Hugo Sotomayor, más conocido como Don Hugo, posee un nombre que ha sido pronunciado por generaciones a lo largo no solamente de nuestro liceo, sino que también de variadas instituciones educacionales, y que, tanto para aquellos que tienen una edad por debajo de la de él como para algunos de sus pares, adquiere un aire paternal y se convierte en un símbolo tanto de rigidez y autoridad como de simpatía y cariño. Él es el hombre al cual acuden tanto alumnos como profesores al necesitar un permiso, un pase o, simplemente, un “perdonazo”. Dicho esto, y por todo lo anterior, solo queda mencionar que no hay mayor merecedor del siguiente reconocimiento que él.
Nacido en 1948, el carismático Don Hugo empezó haciendo clases en el liceo Óscar Castro en el año 1970,
al ser llamado para asumir las clases tanto de Matemáticas como de Física por el Director de esos años, mientras seguía
asistiendo a clases de Pedagogía en la Universidad.
Luego de los dos primeros años de haber educado en nuestro Liceo, azotó el Régimen militar de Augusto Pinochet, por lo que tuvo que irse a otras instituciones de nuestro Rancagua, para poder subsistir. Trabajó como Mecánico, Soldador, entre otros empleos forzados, debido a los malos pagos que fueron ocasionados por la decreciente economía chilena de la época.
En esta etapa, decisiva en la historia de nuestro país, Don Hugo, junto con otros profesores del colegio de profesores, formó la GECH: el Gremio de Educadores de Chile. La causa de esto fue la designación del nuevo presidente del colegio de profesores por parte de Augusto Pinochet (por lo tanto, estaba controlado por el gobierno).
Por lo anterior, el principalmente objetivo que tenía el Gremio era “hacer democracia en dictadura”, nos comenta Don Hugo, y es que dentro del Gremio, los profesores hacían elecciones democráticas con tal de elegir a sus representantes. “Debido a esto, siempre había un auto estacionado cerca de mi casa”- nos cuenta, y es que la CNI estaba procesando a los miembros del Gremio. “Querían saber quiénes éramos y qué hacíamos”, indica.
Con dos recursos de amparo, Don Hugo viajaba de aquí pa’ lla’ haciendo charlas y visitas a miembros del Gremio. “Una de las cosas más tristes que me pasó”- nos cuenta - “fue ver a mis compañeros dirigentes del gremio degollados”. El gobierno militar los mató por no seguir sus lineamientos, y también podrían haber matado a Don Hugo.
Cuando llegó la democracia [siguió haciendo clases en otras instituciones] hasta que llegó al Liceo Oscar Castro en el 2006, siendo llamado por el entonces rector para